Me llamó la atención el mimo con que retiraba el plástico negro que envolvía la revista. Despacio, como si no quisiera terminar de quitarlo. Me llamó la atención asi que mantuve la mirada fija en ella entre el trasiego de familiares, pacientes y fumadores en la puerta del Hospital.
Entre calada y calada vi como se le enganchaba un anillo dorado y grande con el plástico, lo que terminó por descubrir la cotraportada. Vaya, un anuncio de Ron. Podría ser cualquier revista.
Tiró el plástico en una papelera y, mientras mantenía la revista pegada a su pecho, miraba hacia los lados. No lo hacía de una forma nerviosa sino tímida, sin levantar los ojos del suelo.
Avanzó hacia las escaleras y desapareció un instante de mi vista tras una columna. Apuré la colilla y me moví dos pasos a la derecha y entonces vi que no estaba sola.
Le entregó la revista a su acompañanate que la enrolló y la guardó en una mochila, aunque esta vez no pudo evitar que viera su portada.
Sólo cuando las hojas quedaron encerradas por la cremallera los dos, madre e hijo, levantaron la vista del suelo y se saludaron.
No debía de tener más de 13 años, pero sería el héroe del cole con esa revista porno en su poder.
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