miércoles, 10 de noviembre de 2010

Gobierno y partido no son lo mismo

Es una obviedad pero demasiado a menudo se nos olvida que PSOE y Gobierno no es lo mismo. El PSOE es el partido mayoritario en el Congreso y su candidato quien tiene la potestad, según la Constitución, de formar Gobierno. Ese Ejecutivo no tiene porque estar formado por socialistas, de hecho en este Gobierno hay seis ministros que no están afiliados al PSOE ni formaron parte de sus listas electorales (Rosa Aguilar, Elena Salgado, Cristina Garmendia, Ángel Gabilondo, Ángeles González-Sinde y Miguel Sebastián).

Por tanto, y aunque no es habitual, desde las filas socialistas puede perfectamente criticarse las decisiones del Gobierno. No suele hacerse porque es tirar piedras contra el tejado de uno y, sobre todo, porque los partidos suelen manejarse con una pesada maquinaria en la que, en realidad, la democracia sólo es formal o, como dijo aquel, "Quien se mueve no sale en la foto".

Las críticas al Gobierno desde el partido que lo apoya suelen darse más en la izquierda porque en la derecha la disciplina de partido va a misa, nunca mejor dicho. Y aún así deben darse, al menos, una de estas tres circunstancias para que un miembro de un partido critique a su partido mientras este gobierna: Intereses electorales propios, Decisiones contrarias a la ideología del partido, o Extrema debilidad de su líder.

Ejemplo de lo primero puede ser José María Barreda quien, ante la cercanía de sus elecciones y la caída en popularidad del Gobierno, hace un mes se descolgó pidiendo cambios en la política del Ejecutivo. Es esta una crítica que tiene poco mérito, porque no critica al Gobierno, sólo pide cambios, y es en interés personal. Hubo en esta crítica también un cierto aprovechamiento de la debilidad que empezaba a mostrar Zapatero.

Más coherente es la de un líder que critica al Ejecutivo por "venderse". Esa ha sido la crítica que ha hecho Odón Elorza, alcalde de San Sebastián, que ayer criticó (y hoy lo ha vuelto a hacer en la Cadena SER) la tibia posición del Ejecutivo después de que Marruecos haya arrasado El Aaiún, capital del Sáhara Occidental. Bien por él.

Los tres casos, o al menos dos de ellos, el de debilidad y el de interés propio se dieron en la última legislatura de Felipe González. Recuerdo aquellos días como una nebulosa, apenas tenía 10 años pero en mi casa siempre se habló de política y hubo al menos un País (durante una época también un Mundo) sobre la mesa del salón. Felipe habló de ello el domingo.

Por aquel entonces fue cuando yo escuché por primera vez críticas desde un partido al Gobierno que sostenía. No lo entendía muy bien, me parecía que se criticaban a sí mismos.

Imagino que luego llegó Aznar y su prietas la filas evitó que se repitieran casos similares y ese tipo de críticas se perdieron en mi memoria.

Es cierto que él, Aznar, no tuvo enfrente una crisis brutal, una campaña mediática contraria del copón y decenas de graves casos de corrupción saliendo como setas (sus corruptelas salen ahora pero Gürtel se fraguó bajo su paraguas).

Algo parecido le ha pasado a Rajoy, pero no por la corrupción ni sus políticas (sorprendentemente) sino por su extrema debilidad en la cercanías del Congreso de Valencia de 2008 cuando se le rebelaron, entre otros, Esperanza Aguirre o María San Gil. He encontrado este especial de El País sobre el PP.

PD Trini es gafe no? Llega a Sanidad y ¡zas!, Gripe A. Llega a Exteriores y ¡zas! matanza marroquí en el Sáhara. Pobre.


1 comentarios:

Antonio dijo...

Yo quiero una mesa de salón como la de casa de tus padres (y una casa en la que quepan cosas así)

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